La Belle Epoque donostiarra.
La reina María Cristina fue clave en la consolidación de San Sebastián como ciudad turística y de veraneo de la burguesía. Enamorada de la ciudad, veraneó en ella todos los años (salvo 1898) entre 1893 y 1928, un año antes de su muerte. El ayuntamiento la nombró Alcaldesa Honoraria en 1926 y se le dedicó un puente, la calle Reina Regente y el principal hotel de la ciudad, además de diversas esculturas.
De esta etapa son todos los edificios reseñables de la ciudad (aparte de los presentes en la Parte Vieja, los más antiguos), como la Catedral del Buen Pastor de San Sebastián, la Escuela de Artes y Oficios (actual sede de Correos) y el Instituto Peñaflorida (luego ocupado por la Escuela de Ingenieros Industriales y hoy en día por el Centro Cultural Koldo Mitxelena), el Palacio de Miramar, el Teatro Victoria Eugenia, el Hotel María Cristina, las villas del Paseo de Francia o la estación del Norte, así como el resto de edificios del Área Romántica, todos ellos con un marcado estilo francés que hizo acreedora a San Sebastián del sobrenombre de Pequeña París o París del Sur.
En 1914, y con el inicio de la I Guerra Mundial, San Sebastián se convierte en la ciudad más cosmopolita de Europa. En su Casino se darán cita todos los personajes de la vida europea, Mata Hari, León Trotsky, Maurice Ravel, Romanones, Pastora Imperio, el torero de fama, el banquero ostentoso...; son los tiempos de la Belle Époque donostiarra, y en San Sebastián actúan la compañía francesa de opereta, los ballets rusos, cantantes de ópera y muchos otros artistas famosos.